Sobre mí puedo contar que fotografío el mundo que me conmueve, las personas son mi gran pasión. La fotografía es una forma de entrar en contacto directo con ellas.
Desde muy pequeña aprendí que si no eras preciosa, podrías atraer de alguna otra manera a las personas o serías transparente para el resto del mundo. Ayudó nacer en una familia alegre y muy sonriente donde el valor del humor estaba muy por encima de otras virtudes terrenales. Debí nacer con el gesto de la sonrisa “incorporado” y el mantenerlo en su posición correcta no ha sido una dificultad para mí a lo largo de los años. En ocasiones he podido compartir tiempo y espacio con personas que por diferentes circunstancias de la vida se les había desprendido de su rostro el gesto más amable que une a todos los seres vivos: la sonrisa.
He confirmado que sonreír no sólo funciona con humanos sino también con otros animales porque ninguno se resiste a la amabilidad que se encuentra detrás de una sonrisa. La sonrisa enternece y aproxima a cualquiera que ronde cerca de ella. Las consecuencias inmediatas de una sonrisa son la confianza y la entrega. La confianza es una de las cualidades más difíciles de conseguir y como todos sabemos, la más rápida de perder.
Pretender que las personas que me rodean se sientan bien y confíen en mí es ya una filosofía de vida que aplico también en mi trabajo de fotógrafía.